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El Imperio romano llegó a ser
de los más amplios de la historia llegando hasta el actual Reino Unido y
Turquía, y el lugar donde se encontraba el centro de poder económico y político
era Roma. Ésta también sirvió de modelo para otras ciudades muy importantes, ya
que con su distribución cuadriculada con dos calles principales cruzándola de
norte a sur (cardo), y de este a
oeste (decumanus), todos podrían
llegar con gran facilidad al foro, o a cualquier sitio. Pompeya es un claro
ejemplo.
Con las calles repletas de gente, bloques de
pisos, casas unifamiliares, había baños
y letrinas públicas, en los que no se daba ningún tipo de privacidad, y en el
que todos se limpiaban con un mismo estropajo; llenos de tiendas de comida
rápida, donde se comía bien por poco dinero; de telas, donde se vendían las
togas y túnicas que la gente llevaba, y que variaban según el rango u oficio
que tuvieras; pan, que era tan duro como las rocas, pero se conservaba como
ningún otro... Todos estos comercios anunciaban sus mercancías exponiéndolas en
las calzadas, lo que dificultaba el tránsito de viandantes, y además provocaba
accidentes. Una medida tomada debido a estos incidentes fue el regulamiento de
la circulación de carros, que solo podían circular durante la noche; otra
medida de precaución fue la instalación de pasos elevados de peatones, que
obligaban a los carros a reducir la velocidad.
La gente vivía en diferentes tipos de viviendas,
como ya he mencionado con anterioridad. Los de clase media/baja en bloques de
pequeñas residencias muy precarios y en los que con reiteración se producían
accidentes, y los de rango más alto en domicilios más amplios preparados para
alojar a una familia, y, si fuera necesario, a un invitado. La puerta principal
estaba la mayor parte del tiempo abierta para dejar ver a la gente sus riquezas
expuestas en el patio central, en el que había un pequeño estanque, llamado impluvium, que se llenaba cada vez que
llovía y caía el agua por un hueco en el tejado, llamado compluvium. Estaban provistas de un pozo que les daba un suministro
de agua privado. Alrededor se encontraban el resto de estancias como la cocina,
el triclinium, el despacho, la
habitación y el aseo. Además, como última demostración de riqueza, enseñaban
con orgullo sus vajillas de plata y vidrio.
(Reportaje del alumno Pablo Iglesias Martín, 4º ESO Cultura Clásica)
Desde la Biblioteca, para profundizar más en el tema, os recomendamos la lectura del libro de Pompeya, de Mary Beard.
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